Por todas las mujeres del mundo, por todas aquellas que sufren, por las que trabajan duro, muchas calladamente, mujeres santas, ilustres, anónimas, trabajadoras incansables, con enormes jornadas laborables, responsables, expertas en el cuidado, la escucha, la caricia y el consuelo. Mujeres creativas, artistas, educadoras, parteras de la vida, abiertas al Espíritu, en salida, dando pasos, creando posibilidad, mujeres, que con miedo o sin el, siguen adelante cada día. Madres y no madres, consagradas, todas las que de una u otra manera hacéis fecunda vuestra vida en la entrega de cada día. Feliz día hoy y todos.
Paula Montal tuvo la certeza de que la mujer era un elemento básico e imprescindible en la transformación de la sociedad, a través de la familia, especialmente, y, también, en cualquiera de las actividades. Pero debía estar formada e instruida convenientemente. Sintió que Dios la llamaba a esa misión: dedicarse a la promoción integral humano-cristiana de la niña, de la mujer para que viviera en plenitud su dignidad de persona, de hija de Dios. Su lema es claro exponente de ese ideal, plasmado en la frase: «Quiero salvar las familias enseñando a las niñas el Santo Temor de Dios». A lograr ese ideal formativo-educativo iban encaminadas sus escuelas para niñas.
Paula Montal fue «un abnegado apóstol de la promoción cultural, humana y cristiana de la mujer», modelo de sencillez y espíritu de servicio. Como «madre y maestra» marcó pautas innovadoras en su pedagogía de vanguardia, que todavía siguen siendo vivas, fecundas y transformadoras. Fue una mujer carismática, con un «don innato» para la educación femenina, que aportó a la sociedad de su tiempo y de todos los tiempos, una institución religiosa, las Escolapias, exclusivamente docente, de talante innovador, ambiciosa en sus programas educativos, real y encarnada en ambientes populares, que quiere transformar la sociedad a través de la mujer, célula primigenia de la familia y con una influencia cada vez mayor en la sociedad.
La infancia y la juventud femeninas necesitaban corazones de madre para salir de la pobreza humana y de la marginación cultural. Paula Montal, con sus escuelas, fue una respuesta válida para aquella situación discriminatoria educativa que vivía la mujer de su época y continúa siéndolo, porque su mensaje sigue siendo hoy, urgente y de plena actualidad en todas las partes del mundo. Por eso, la figura profética de Paula Montal es modelo e inspiración interpelante como mensaje educativo para el siglo XXI.
Por eso hoy, desde nuestras plataformas educativas, queremos tener una palabra inteligente, lúcida y responsable ante nuevas situaciones, distintas en cada lugar en el que nos encontramos. Orientamos la educación y promoción de la mujer, teniendo en cuenta las características específicas de cada cultura para responder al reto de ser fieles a nuestras raíces carismáticas y dar respuesta a la llamada apremiante de nuestro tiempo.
Educadoras desde nuestra raíz fundacional, confiamos plenamente en la fuerza liberadora de la educación y la ponemos al servicio de la mujer:
- para que crezca en libertad y autonomía a través del propio conocimiento, de la aceptación y superación de sí misma;
- para que abra caminos de encuentro con los otros, con el mundo y con Dios a través de la fuente de riqueza que es su propia interioridad;
- para que sea consciente de sus valores capacitándola para tomar decisiones y comprometerse responsablemente a nivel social desde su fe y
- para que encuentre el sentido de su vida y la propia felicidad en su realización personal, siendo capaz de transmitir valores y ser modelo de identificación.